domingo, 3 de octubre de 2010

Visita al Salón Nacional

Me pregunto sobre la importancia sobre el estar o el no estar en un salón nacional.
A todos nos gustaría ser aceptados, tiene que ver con el reconocimiento al trabajo, a la trayectoria de un artista, al tiempo dedicado, al pensamiento concentrado, a la búsqueda de la expresión más propia, al interminable recorrido tratando de decir lo que necesitás que otros escuchen... en fin solemos poner todos estos principios idealistas y formativos que muchos recibimos como enseñanza de vida. Sin embargo, recorriendo el Salón Nacional busco, busco, busco y no encuentro lo que busco. No quiero hablar de calidad. Quiero hablar de compromiso. Cuando una obra es consecuencia de un pensamiento, de un quehacer constante, de un oficio aprendido y practicado, de una red de significaciones que la sostienen es fácilmente reconocida como Obra. Pero hace mucho que no me regocijo con la obra premiada, y en sólo algunos casos con la aceptada.
En la recorrida, me interrumpe repentinamente un ¡Hola! No logro saber quién me saluda hasta que veo en una pantalla de computadora una persona que me mira, me habla y gesticula delante mío. Reacciono y veo que nos estamos comunicando. Esa era la obra. La propuesta: el arte es comunicación. El medio: las nuevas tecnologías. La estética: ( ...) Ahora, lo más llamativo es la charla en donde el artista me cuenta que él es pintor, pero que nunca pudo "entrar" en el Salón Nacional, en cambio, con esta propuesta innovadora, entró, Un Duchamp del 2010.¡ Pero él está pintando en su taller mientras yo lo veo! Pintar  es su tarea, ese es su camino, esa es su meta, que el salón lo acepte no debería serlo, que yo lo vea, mucho menos.
La aceptación, la mención, la premiación. Siempre depositando en otros el derecho a etiquetar.  La importancia de estar en un Salón Nacional, es compartir una gran sala con otros artistas y ser visto por muchas personas que seguramente recibirán algun tipo de emoción, contacto, intercambio con tu obra.
El reconocimiento siempre nos llena el alma, pero nunca tanto como el trabajo realizado.

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